Mi experiencia en un Club de lectura.

El domingo fui por primera vez a un Club de lectura y sólo puedo decir que fue una experiencia maravillosa.

Rodeada de gente amante de los libros y la lectura, me sentí plena, me sentí en mi casa y eso que a casi todos era la primera vez que los veía.

Todos eran unos expertos en literatura y en este tipo de cosas, iban con chuletas y anotaciones sobre el libro en cuestión y hasta alguno se había leído el libro dos veces para debatir con más fundamento sobre el mismo.

Me quedé impresionada y sobre todo, me sentí que mi andadura por estos lares acababa de empezar y tan sólo soy una neófita entre ellos. Pero así y todo, me encontré en mi salsa y participé de la tertulia, del debate, me impliqué mucho y hasta tuve la sensación de que hablé más de la cuenta al ser mi primera vez.

El libro a debatir fue “El disputado voto del Sr. Cayo”.

Únanimemente nos gustó a todos sin excepción.

El libro narra la diferencia entre la vida urbana y la vida social, incluso unos de los participantes indicó muy acertadamente, que hasta Delibes cambia la manera de narrar los dos mundos: cuando habla de la vida urbana lo hace con diálogos más cortos, más rápido, mientras que cuando se adentra en la vida del sr. Cayo, el lenguaje se hace más pausado, abundan términos rurales que para entenderlos tuve que acudir a la ayuda de Wikipedia, y así el autor nos sumerge en dos formas de vidas opuestas, totalmente diferentes, entendiendo que los urbanos no sabemos nada de lo rural y al revés, con la clara diferencia de una cosa que Delibes describe así en un diálogo de los personajes: Víctor (el diputado político que va en busca del voto del Sr. Cayo, un hombre que vive casi aislado en un pueblo) dice muy sabiamente que él no podría vivir sin el Sr. Cayo pero que el Sr. Cayo sí podría vivir y sobrevivir sin él en ese pueblo donde vive. Para mí, la frase que define al libro, la moraleja que con ella me quedo: hay veces que no hace falta saber ni aprender tantas cosas, porque en esos aprendizajes, nos perdemos la esencia de la vida, nos perdemos conocer y aprender cosas insignificantes pero tan importantes y necesarias que no nos damos cuenta.
Yo puse el ejemplo en mi vida personal: apenas sé cocinar, la cocina se me da fatal, sin embargo sé declinar una conjugación en latín; ¿para qué me sirve esto último? ¡¡¡Absolutamente para nada!!!

Se aportaron ideas enriquecedoras, como por ejemplo el final del libro donde Lali, la compañera de Víctor, dice: “El Sr. Cayo también odia”, como si ese sentimiento fuera sólo de ciudad y no pudiera existir en la sencillez de la vida rural. Una frase super interesante que en ese debate me caló hondo, me llenó mucho los comentarios que de ella se hicieron: el odio es un sentimiento humano, sin evaluar si es bueno o malo, es un sentimiento unido a la humanidad igual que el amor.

También alguien apuntó que eran personajes demasiados extremos, que nadie es como Víctor ni por supuesto nadie como el Sr. Cayo. Aún estando de acuerdo, creo que sí que hay gente como Víctor, mucha gente no tiene ni idea de lo rural y se encuentran perdidos en ese mundo, y creo que también hay mucha gente como el Sr. Cayo, en mi pueblo algunos ha habido que por desgracia ya nos han dejado.

Una experiencia satisfactoria, un debate con muchas aportaciones interesantes, un ambiente nuevo para mí pero en el que me encuentro en mi salsa.

Muy interesante también el debate para elegir el nuevo libro. Todos eran unos expertos, me sentí pequeña y palurda entre ellos: ¡¡¡cuánto conocimiento de literatura!!! Pero a la vez sentí que podía empaparme de todo ello, porque me encantaba escucharlos, me encantaba oir sus opiniones y sus conocimientos sobre libros.

Al final se eligió “Si esto es un hombre” de Primo Levy … estoy deseando empezar y ver qué puedo sacar de él, ya que dijeron que es un libro perteneciente a la literatura del siglo XX y que no nos debemos perder;  me temo que será un libro duro por el tema en cuestión: los campos de concentración en la segunda guerra mundial, un tema que he evitado siempre que he podido porque me resulta muy duro para mi frágil espíritu.

Ya os contaré ...




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