"Gente que viene y bah" de Laura Norton

RESUMEN DE LA EDITORIAL: De Bea, la arquitecta joven, talentosa y guapilla que protago­niza esta novela, no se puede decir que sea gilipollas, pero de lo que no se puede dudar es de que su karma es tirando a pésimo: en la misma semana, pilla a su novio (perdón, su PROMETIDO) enrollándose con una de las presentadoras más monas DE LA TELE, para, acto seguido, ser despedida con una indemnización ridícula. Con el desastre en los talones, Bea no tiene más remedio que volver a su pueblo natal, donde, además de un paisaje idílico, le espera un futuro incierto, una familia como poco peculiar… y un vecino digamos que «misterioso».

¿Puede salirte todo mal? Claro que sí se puede, a Bea, nuestra protagonista le pasa, no acierta, es increíble, pero así es, ¡¡¡¡todo mal!!!!!

No digo nada nuevo al comentar que es una novela simple, entretenida, rozando lo absurdo, caótica, que a veces piensas que está muy lejos de la realidad, y otras en cambio te dices que sí, que todo eso puede pasar. A mí me ha gustado, me ha hecho reir, me ha enganchado, me ha parecido fresca, actual y al final me ha hecho llorar. Es de estas novelas que, aunque la leas distraída, no pierdes el hilo … no ha sido mi caso, porque después de tanta intriga, tanto dolor, tanta guerra, quería algo tan natural y tan simple como esta novela. Me ha gustado mucho, su frescura engancha … me ha durado dos días, convirtiéndose Bea en una de mis mejores amigas. ¡¡¡La adoro!!

No es una novela rosa, por supuesto que no, en las novelas rosa todo va bien, todo sale bien, todo se encadena para que la protagonista destaque, triunfe, consiga a su chico, etc, etc … a nuestra Bea todo se le tuerce. Es como la ley de Murphy, ¿puede salir mal? ¡¡¡Pues sale!! Por ejemplo, es inverosímil encontrarte desnuda, sin tu ropa, sin más abrigo que un edredón, en un jardín de una casa privada, pero encima es que se te engancha el edredrón y lo pierdes …. ¿hay algo peor? jajajajajaja

Bea es caótica por sí sola, visceral y aterradoramente impulsiva, y cuando las cosas se tuercen y su flamante novio se lía con la guapísima presentadora del telediario, decide irse a refugiarse a su pueblo, con sus padres (con su madre), sus hermanos, cuñados y sobrinos. Allí no encuentra la paz que necesita, todo lo contrario, la vuelve a liar. Sí encuentra algo, algo de lo que quizás ella ni se ha dado cuenta: encuentra a su familia, es decir, lo encuentra todo.

Queda claro que la familia es la base de todo, no hay nada como poder hablar sin tapujos y con confianza con tus hermanos/os, sabiendo que el enfado queda lejos y si llega, el perdón y el entendimiento se encuentran pronto. Qué bien sienta el calor de la familia, huyes de ella para independizarte, pero siempre se vuelve, siempre que las cosas salen mal, claro, porque la familia nunca falla …. Qué envidia he sentido de Bea, envidia de la mala porque soy de la opinión que envidia sana no hay. Todo le salió mal, pero ella sabía (o no, creo que no lo sabía) que su éxito era su familia, esa familia algo inusual por el carácter de los integrantes, pero una familia unida al fin y al cabo, sin miedo de hablar claro, con el mismo sentimiento todos, respetando los diferentes caracteres y sabiendo que siempre estarán ahí …. Sí, mucha envidia …. A los que nos falta una familia así, sabemos el valor y la suerte de los que la poseen.

No ha sido casualidad, me apetecía leer una novela así, fresca, tierna, caótica, que me hiciera reir por lo absurdo de los acontecimientos (sabía que lo conseguiría); lo que no sabía es que me hiciera llorar.

Gracias a la autora por estos dos días tan entretenidos, muchos mejor que “No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas”.

Os animo a leerla.