"Cuando estábamos vivos", de Mercedes de Vega

RESUMEN DE LA EDITORIAL: En los albores de la Segunda República, Lucía Oriol es una joven esposa aristócrata en una sociedad en plena transformación, cuya vida da un vuelco cuando conoce a Francisco Anglada, viudo empresario de origen judío, que compra una residencia a la familia Oriol en la calle Pintor Rosales. Lo que comienza como una tórrida aventura amorosa, se enreda cuando aparece Jimena, la conflictiva hija de Francisco. La relación entre Jimena y Lucía, la doble vida de ésta y el pasado oculto de los Anglada destaparán un torbellino de celos, venganza y traición de los que nadie saldrá indemne. El amor de Lucía Oriol por un hombre atrapado en el laberinto del pasado y la necesidad de contar la verdad y de hacer justicia, alimentan este retrato de dos linajes, inspirado en hechos reales, en un Madrid convulsionado al borde de la Guerra Civil.

Es la historia de Lucía Oriol en la época de la Segunda República y el comienzo de la Guerra civil española.

Una mujer criada en una familia acomodada, casada con un italiano fascista que la adora, pero se enamora perdidamente de Francisco Anglada, al que conoce por ser socio de su padre. Este amor marca la vida de Lucía en todos los sentidos. Un amor apasionado, pero tórrido y dañino para ella.

Es una historia muy bonita y muy bien contada, trágica por la situación de la época, llena de personajes mentalmente no muy equilibrados, donde Lucía destaca con su amor, su pasión, su valentía y su sentido de la justicia. Me ha enganchado y me ha gustado, y más te engancha cuando sabes que está basada en hechos reales.

Este amor a mi parecer obsesivo, lleva a Lucía a dejarlo todo, a descuidarlo todo, ese fue su gran error, mirar sólo por los ojos de Francisco Anglada, porque los de ella estaban cegados por ese sentimiento tan fuerte.

Puede parecer una novela de amor, una novela romántica, pero no es así. Jimena hace que la novela de un giro y se convierte quizás en la auténtica protagonista.

La aparición de Jimena, la hija de Francisco, lo marca todo. Lucía se entrega a ella en cuerpo y alma, dándolo todo, estaba ciega de amor y aún teniendo su propio hijo, para ella sólo existía la vida de Francisco y lo que a él le importaba era su prioridad.

Un amor pasional, fuerte, pero como ya he dicho, obsesivo, nunca se debe perder el control de una misma, eso es lo último, eso destruye tu interior por muy bonita que sea la historia que estás viviendo, lo que pasa es que cuando estás tan metida y el amor te abarca de esa manera, cuando todo es tan intenso, cuando sin darte cuenta tu vida se convierte en él, no ves nada, no hay lugar en tu mente que no sea él, no te importa lo exterior, ni tu familia, ni tu vida, eres sólo él …. Lucía vive esta historia así, con pasión, con dolor y sobre todo con su entrega al 100%,  por Francisco y por Jimena.

Al ser una historia adúltera creo que por eso se vuelve más obsesiva, el amor dentro del matrimonio da serenidad y estabilidad , pero ellos tenían que esconderse, él compra una mansión exclusivamente para verse, la pasión se desborda ante lo prohíbido, y ella se vuelve “loca” al querer estar a todas horas con él.
A ella le da igual que la vean, que la descubran, vive por y para él y para su hija, ambos sin merecerlo. Él siendo un auténtico egoísta sin dejar de mirar su propio ombligo, pensando sólo en él, dando a su raza y a su cultura un valor absoluto por encima de cualquier cosa, casándose con una judía sin amarla porque no podía ser de otra forma, odiando a su hermano cuando ingresa como seminarista, o renunciando a su propio hijo. Es un hombre que aunque amaba a Lucía, lo veo miserable y en cierta forma desquiciado; me ha costado mucho entenderlo, a veces lo veía mezquino, otras enamorado y entregado, y otras totalmente descontrolado, incluso he dudado de su lealtad para con Lucía hasta el final. Me ha costado entender cómo alguien puede pensar así, obcecado con unas creencias y despreciando todo lo demás, sin embargo esa pasión que los dos se profesaban te pone la piel de gallina. La suerte de Francisco fue encontrar a una mujer como Lucía, entregada a ese amor por encima de todo.
Y por otra parte Jimena, con ese carácter cerrado y frío, no aceptando a Lucía en ningún momento, despreciándola incluso, pero ésta volvía a poner la otra mejilla, no cesaba en estar a su lado y ayudarla, todo por desear y creerse la esposa de Francisco, algo que nunca llegó a ser.

Personajes entrañables como Fernanda, la ama que cría a Jimena y que no la abandona nunca, sin llevar su sangre, pero queriéndola y protegiéndola como sólo puede hacer una ama buena (o una madre, por supuesto), incluso aguantando los desprecios de Jimena.
O personajes como los padres de Lucía, protectores, sacrificados criando a sus nietos y mirando hacia otro lado ante la infidelidad de su hija, en una época y en unos patrones educativos en los que este tipo de relación no entraban.

Es desgarrador saber cómo se vivió en España durante aquellos años convulsos y horribles, a los que sobrevivimos, no todos, con mucho dolor y mucho sufrimiento. Mercedes de Vega lo narra de una manera pausada y romántica, sintiendo el desgarro en sus letras, me ha gustado mucho, aunque el final se me ha hecho un poco pesado, cuando empiezan los bombardeos en Madrid; se vuelve lento al final, como si la autora no quisiera terminar de contar, como si le costara deshacerse de Lucía, Francisco y Jimena.

Mi puntuación es de 9 y os lo recomiendo, es una historia para perderse en ella, para saborearla despacio, con un estilo narrativo muy elegante que te envuelve.


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